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Constanza González Torm

Chile, 1987

Artista, ilustradora y diseñadora Chilena, actualmente residiendo en Barcelona. Trabaja de forma independiente como diseñadora y desarrolla una práctica artística vinculada a las artes visuales con especial interés y práctica en dibujo, obra gráfica, auto edición y libros de artistas. Trabaja con proyectos propios, colaboraciones con otrxs artistas y comisariados, siempre interesada en nuevos proyectos y propuestas de trabajo. 

Su práctica artística se basa en gran medida en ejercicios de síntesis y conceptualización, explorando en el ámbito de la poesía visual, y trata temas relacionados con el tiempo, la memoria, la presencia, la relación con la naturaleza, entre otros. Su trabajo está profundamente arraigado en el proceso y en ejercicios de observación donde estudia el potencial visual de lo aparentemente ordinario y cotidiano. El dibujo como esencia de su práctica se entiende como un proceso en sí mismo, como un acto performativo, que va más allá del plano explorando variados medios. Su trabajo refleja su particular interés por la naturaleza repetitiva del proceso como una práctica introspectiva, intuitiva y meditativa. Su obra se centra en el desarrollo de un lenguaje visual abstracto a través del estudio de su entorno natural. La artista cuestiona el ritmo acelerado de la vida cotidiana para revelarnos las cualidades ocultas en supuestas trivialidades y así comprender la relación intrínseca entre nosotrxs y la naturaleza, como el lugar que ocupamos en ella.   

DANZA MOLECULAR

 

"No hay nada inculto, nada estéril, nada muerto en el universo, ningún caos, ninguna confusión, excepto en apariencia; mas o menos como parece haberlos en un estanque, en el que, visto desde cierta distancia, se percibe un movimiento confuso de peces, sin que se dejen discernir los mismos."

Gottfried Wilhelm Leibniz, Monadología.

 

"El corazón de esta bella exposición Contra Punto de Constanza González Torm, lo constituye, claro está, una serie de trabajos concebidos para una ocasión muy especial: una nueva edición – la segunda- del poemario del mismo título publicado por Isabel Bonet, la abuela de nuestra artista, en Santiago de Chile hace ya algo más de veinte años.

 

Son trabajos que se idearon con la voluntad de complementación propia de la inmensa mayoría de las ilustraciones, y aun sí, en absoluto son ‘ilustraciones’ en sentido estricto. (Es más, os preguntaría: ¿cómo se ilustra -se puede ilustrar- la poesía, si no es a través de unas interpretaciones libres y personales, que resultan reveladoras tanto sobre quien creó los versos como sobre su propio autor?) Tal vez la mayor gracia de estos trabajos de Constanza, su mayor acierto, reside en su condición limítrofe entre figuración y abstracción, en estas sugerentes configuraciones de elementos mínimos que a veces evocan un paisaje visto desde lejos, en otros momentos nos recuerdan las misteriosas murmuraciones de los estorninos, y, en ocasiones, también producen más incertidumbre que certeza, esto es, nos dejan con la duda respecto a su referente material concreto. Hay algo que comparten todos ellos entre sí, sin embargo, que también los une a los demás objetos de esta esplendorosa muestra: su tendencia a la armonía, su búsqueda de equilibrio, proporción y gracia. Tal pulsión detectable en los trabajos de Constanza antaño fue mucho más que eso, naturalmente: es muy antigua la idea de que el mundo en su total, el cosmos propiamente dicho, se rige y organiza según unos patrones misteriosos, unas armonías -tan hermosas como clandestinas-, un continuo latido regular que bien podríamos descubrir, si sólo fuéramos capaces de ir quitando, una por una, las capas de caos y desorden aparente que encubren y obnubilan la bella sencillez ordenada en el corazón de toda existencia. Esa idea, vistosamente ejemplificada en la cita del gran Leibniz que encabeza este texto, fue popular durante un periodo extenso en la historia del pensamiento occidental, con sus orígenes (no pudo se de otra manera) en el mundo griego clásico, prominentes, por ejemplo, en las doctrinas de Pitágoras y sus discípulos.

 

Hoy día, en cambio, ya no goza de gran estimación. Nos han hecho ver, antes bien, que no hay orden en la creación ni el universo, que todo es fruto del caos y del azar, y que la existencia, hay que aguantarla a pesar de todo ello. Menos mal que uno a veces tiene la suerte de toparse con trabajos como los aquí expuestos de Constanza González Torm, con sus bellas danzas moleculares, sus ‘cajas de salvamento’ y sus ingeniosas interpretaciones gráficas de palabras y versos. Porque lo que hacen todas ellas, en último término, es mostrarnos que la entropía no siempre gana, que las armonías ocultas a veces sí existen, al menos si las queremos ver, y que -y en eso sí que no es nada leibniziana nuestra artista- lo mejor de nosotros sale a relucir no cuando estamos reducidos (como tristemente sucede por momentos) a nuestra forma monádica, sino cuando, al contrario, nos proponemos ahondar en los lazos, visibles e invisibles, que nos unen a todos."

Marius Christian Bomholt

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